A través del espejo
Parece producto de la imaginación, leyenda persa, cuento árabe, narración bizantina, un espejismo, pero no, es real. Existe otro Palacio de los Vargas al otro lado del río, en la margen izquierda. Son 2 Palacios de los Vargas, 2. El Museo de San Isidro (Casa de Iván de Vargas, en la margen derecha) y la Casa-Palacio de los Vargas en la Casa de Campo (margen izquierda, construida por Francisco de Vargas y comprada por Felipe II a su nieto, D. Fadrique de Vargas en 1562). Una imagen especular fraguada a través del tiempo y de la Historia.
Y otra imagen a través del espejo. Cuando Felipe II instala la Corte en Madrid en 1561, ese mismo año Ruy López de Segura publica en Alcalá de Henares: “Libro de la invención liberal y arte del ajedrez, muy útil y provechosa para los que de nuevo quisieren aprender a jugarlo, como para los que ya lo saben jugar”.
Libro de la Invención Libertal y Arte del juego del Axedrez. Ruy López. Alcalá de Henares, 1561
Se trata del manual de aprendizaje y de consulta del juego de ajedrez que fija las bases del ajedrez moderno, como así los demuestran las traducciones del mismo al italiano, al francés y al alemán en siglos posteriores, y cuyas reglas han llegado hasta nuestros días.
Un año después de establecer la Corte en Madrid y del tratado de Ruy López, Felipe II compra la casa-palacio de los Vargas, la casa de campo alrededor de la cual se constituyó en el siglo XVI el Real Sitio de la Casa de Campo, prolongando los terrenos situados a los pies de la fachada occidental del antiguo Alcázar mediante unconjunto de bosques, huertas, jardines, grutas y estanques que bajo el proyecto encargado a Juan Bautista de Toledo, modificaron el paisaje circundante al Palacio. Y de nuevo otra imagen especular: el antiguo Alcázar (reemplazado hoy por el Palacio Real) y la Casa de los Vargas (origen de la Casa de Campo), a uno y otro lado del río.
Vista de Madrid hacia 1562
400 años después de que Felipe II estableciera la Corte en Madrid (1561) y que Ruy López (RL), su confesor y consejero, escribiera el primer libro que fija las bases del ajedrez moderno: “Libro de la invención liberal y arte del juego de ajedrez” (1561), nacía yo.
En el Madrid actual, año de 2018, el pequeño peón me servirá de avanzadilla para, descendiendo la Cuesta de la Vega desde el antiguo Alcázar hasta alcanzar la margen izquierda del río Manzanares, tender un puente entre las dos riberas, unir dos épocas, dos mundos, dos culturas; conciliar dos orillas y armonizar un patrimonio común en dos museos, como si dos jugadores de ajedrez se enfrentaran a la misma partida. Madrid es el tablero. Y yo cuento con todos los trebejos.